El mito de Lilith: todo un símbolo que ha enarbolado tiempo ha el movimiento feminista como representación de sus ideas y aspiraciones.
Lilit es una mujer de una belleza suprema, de encantos irresistibles, de pelo largo pelirrojo y piel clara, que suele a veces aparecer representada con alas (sobre todo en las representaciones más antiguas), de costumbres nocturnas, sexuales y connotaciones tenebrosas.
Aunque
existen en mitologías antiguas figuras con características parecidas a Lilith,
no es sino en la mitología hebrea, como sabemos siempre fundamentada en los
textos bíblicos, donde se forja la
leyenda que ha llegado hasta nuestros días sobre este personaje.
Según esta leyenda Lilith fue la primera mujer
de Adán, también creada de barro, igual que él, y era en principio una mujer
hermosa y libre, con la que Adán tenía que convivir para extender la especie. Sin
embargo, como producto de aquella igualdad entre ambos, surgieron las
desavenencias en la pareja, sobre todo en el terreno sexual, pues Lilith había
mostrado su desacuerdo en yacer bajo Adán durante el acto sexual. “¿Por qué he
de yacer yo debajo de ti si ambos hemos sido creados iguales?”, decía, y se
rebelaba. Pero Adán no cedía, y Lilith
decidió abandonar el jardín del Edén. Para ello no tuvo más que pronunciar el
nombre secreto de Dios, se elevó por los aires y huyó de allí, en dirección de
un lugar a orillas del Mar Rojo, donde se entregó a la lujuria con demonios,
con los que tuvo infinidad de hijos.
Adán,
por su parte, viéndose solo, imploró
ayuda de Dios y este, apiadándose de él, envió a tres ángeles en busca de
Lilith para que la hicieran volver al paraíso. Cuando los tres ángeles
emisarios se presentaron ante ella, esta se negó a volver y, como castigo, Dios
ordenó que cada día murieran cien de los hijos de Lilith. Esta, a su vez, tomó
venganza de este castigo y durante todos sus días buscó a niños humanos recién
nacidos incircuncisos, menores de ocho días, para matarlos. Según se cuenta en
la leyenda siempre era posible repeler la venganza de Lilith si se colocaba en
el neonato un amuleto con el nombre de alguno de los tres ángeles emisarios: Snvi,
Snsvi y Smnglof.
Ni que
decir tiene que Dios- Gehová entregó a Adán otra acompañante, la famosa Eva,
esta sí sacada de una costilla de aquel, para que tuviera claro su sumisión, y
sin los aires reivindicativos de la otra. Una mujer hecha para que después de
todo fuese capaz de asumir la culpa de todos los males de la humanidad.
¿Y qué
fue de Lilit después de toda aquella guerra viva con Dios- Gehová? Con el
tiempo, de tanto convivir y copular con demonios, se convirtió ella misma en un
súcubo, un tipo singular de demonio
femenino que, adoptando la forma de una mujer incandescente, de una extrema
sensualidad, se introduce en los sueños de los varones, principalmente
adolescente y monjes, para provocarles una polución nocturna y robarles el
semen, con el que se alimenta y continúa su procreación.
Ya vemos
que no hay hecho natural que no sea explicado por la magna mitología.
También
existieron las versiones masculinas de los súcubos, llamados íncubos, que como podemos imaginar
tenían forma de hombres, aunque no tan sensuales como sus correspondientes
femeninas, y que atacaban sexualmente a las mujeres durante el sueño,
impidiéndoles que despertaran, y dando a luz seres extraños o con poderes
mágicos. Se dice que el mago Merlín fue nacido de una prostituta y un íncubo,
por ejemplo.
La
figura de Lilit, como la de otras mujeres de la mitología más antigua, fue
desapareciendo de los textos religiosos, con el imperio del patriarcado y de
las religiones actuales. Atrás quedaron aquellas mujeres poderosas de la
mitología griega, aquellas sacerdotisas de Delfos o aquellas otras profetisas y
apóstoles mujeres que vivieron en el germen del cristianismo, siendo relegadas
en todos los textos religiosos por mujeres cuyo papel se limitaba a ser
proveedoras de los santos y profetas, a quienes socorrían y por cuyas muertes
lloraban hasta la extenuación. De estas últimas, hoy día sabemos de vivas
representaciones, para el regocijo de la Iglesia.
Me encanta aprender, por eso disfruto cuando me sorprenden. Este texto pleno de información ha sido una delicia para mi cabeza voraz de conocimientos. A mí particularmente, me da igual la fecha de publicación. Y mañana pienso celebrar, para una vez que disfruto del motivo! Un abrazo, José
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