"Y cuando Dédalo, con toda su sabiduría e inteligencia, ufano de su gloriosa ciencia,
vio bajar el sol, descubrió su sombra, negra, aciaga, creciente, voluptuosa, y
entonces entendió que él también estaba allí."

Índice


Mostrando entradas con la etiqueta El sentido de la vida -. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta El sentido de la vida -. Mostrar todas las entradas

miércoles, 12 de octubre de 2011

EL SENTIDO DE LA VIDA


El joven señor dijo a su sirviente: "Prepárame el caballo que he de partir", pero este, viendo que era ya muy tarde, y conociendo las veleidades de su señor, estaba convencido de que en realidad no iría a ningún lugar y que tan sólo era otro más de sus efímeros caprichos de muchacho solitario. Así que se desvió del camino de las caballerizas y se dirigió a la cabaña. Entonces el joven señor, viendo que se retrasaba, fue él mismo al establo, ensilló a un caballo y salió. El sirviente, sorprendido al ver que su señor se disponía a salir, le abordó a la salida: "¿Adónde va el señor a estas horas de la noche?" A lo que el señor respondió: "Lejos, muy lejos de aquí, he decidido dar un sentido a mi vida". El sirviente contestó: "Pero señor, esta es su tierra, ¿no es acaso todo lo que hay en ella el sentido de su vida?” “No alcanzas a entenderlo: el sentido de la vida no se halla en ningún lugar”. El sirviente quedó perplejo: “Ciertamente no entiendo nada”. El joven señor espoleó su caballo y, antes de alejarse, dijo: “No temas: algún día quizá podrás comprenderlo”.
Convencido de que aquello no era más que otro nuevo arrebato místico de su señor, el sirviente volvió a la cabaña.
Pasó el sirviente dos semanas de soledad y angustia por el paradero y fortuna de su señor. Hasta que una mañana, cuando el sol llegaba a su cenit, el sirviente vio aparecer por el horizonte a dos hombres a caballo. Venían a traerle la noticia de la muerte de su joven señor, víctima de una sangrienta querella. En aquel momento, el sirviente quedó bajo el influjo de una gran pena y de un augurio incierto de desamparo, cuando una extraña pregunta  invadió su cabeza: "¿Qué sentido tendrá ahora mi vida?" Entonces, como si una luz divina le hubiera ayudado a comprender todo lo que su señor le dijera, se dirigió a las caballerizas, ensilló un caballo y, sin más,  partió en dirección al sol, muy lejos de aquel lugar, en busca de alguien que, de nuevo, llenara su vida de sentido.

Vistas de página en total