"Y cuando Dédalo, con toda su sabiduría e inteligencia, ufano de su gloriosa ciencia,
vio bajar el sol, descubrió su sombra, negra, aciaga, creciente, voluptuosa, y
entonces entendió que él también estaba allí."

Índice


viernes, 19 de octubre de 2012

EL GUSANO DE SEDA (O EL ETERNO RETORNO)



Ya me han devuelto a mi cajita. Ahora, ya en la oscuridad, vuelvo a mi sitio, aquella esquina seca, oscura y gris, y comienzo de nuevo a rasgar un poco. Un polvillo ligero, pelusero, cae al suelo. Luego lo recojo, lo reúno y hago un montoncito para ocultarlo bajo las hojas verdes. Poco a poco he descubierto un agujero por el que entra un poco de luz. A veces es verde, a veces roja, a veces negra: extraños cambios de humor que me transfiguran, como a él. Me alegro de que mi luz haya cambiado ahora; me alegro de que sea clara como la luz de la luna; me alegro de tenerla como un sol de bulevar radiante, pertrechado de vida y certeza.
Mi misión es urgente: he de escapar antes de que sea demasiado tarde, antes de que llegue la primavera, de que el olor de las magnolias me encadene a estas paredes. Pronto llegará el momento. Pero ahora solo me prosterno ante los demonios que me hacen perder la paciencia, y les pido perdón por si algo he hecho.
No tengo más remedio, lucho contra el paso del tiempo, y solo pienso en ello. He de perseverar antes de morir y ser arrancado de este cuerpo. Es todo tan bello ahí afuera que he decidido que no quiero mutar, quiero ser yo, quedar anclado a este cuerpo, vivir con él y con  los dulces manjares que me brinda, alejarme hacia donde diga mi espíritu y abandonar esa odiosa orden de los dioses.
Y en esa dichosa huida con mi arrastrar irreverente, desapareceré por la faz de la tierra, antes de ser sepultado en un infernal huevo de seda, aun a riesgo de ser víctima de los pájaros, aun a riesgo de perecer entre los designios de mi propio engaño. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Vistas de página en total