"Y cuando Dédalo, con toda su sabiduría e inteligencia, ufano de su gloriosa ciencia,
vio bajar el sol, descubrió su sombra, negra, aciaga, creciente, voluptuosa, y
entonces entendió que él también estaba allí."

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lunes, 19 de noviembre de 2012

UN FINAL INMERECIDO

José Antonio Nisa

-¡Silencio, la policía! -dijo ella cuando él alcanzaba un patético tono de protesta.
La puerta se abrió de repente a causa del viento. Una corriente de aire gélido congeló el rictus de terror que brotó en sus rostros. Entonces él se acercó y apartó el bolso que se interponía entre ambos, hasta quedar a un palmo, cuerpo contra cuerpo. La miró fijamente.
- Puede ser la última vez que nos veamos. ¿Te das cuenta?
Ella sacó la pistola desde abajo y se la clavó en el vientre.
- Tu oportunidad ya acabó hace media hora. Podías haber sido tú el que apretara el gatillo y, sin embargo, rehusaste esa salida. Ahora temes no volver a verme.
- Él no merecía ese final.
- Tal vez tú tampoco, pero eso nunca lo sabré -dijo ella, volviéndose hacia la puerta abierta.
Aquel segundo disparo atrajo definitivamente la policía al lugar. Al llegar, él sostenía su cuerpo entre sus brazos, ahogando un grito sordo entre su lamento compungido. El cabo primero se abalanzó sobre él, le puso la cara contra el suelo y le esposó las manos a la espalda.
- ¿Qué dirás ahora, hijo de puta? ¿Qué dirás?
Pero él ya había enmudecido para siempre.

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