"Y cuando Dédalo, con toda su sabiduría e inteligencia, ufano de su gloriosa ciencia,
vio bajar el sol, descubrió su sombra, negra, aciaga, creciente, voluptuosa, y
entonces entendió que él también estaba allí."

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martes, 11 de noviembre de 2014

LA PIEDRA DEL EGO

Recuerdo el bolsillo abultado de la abuela, y su mano escondida en él mientras me aconsejaba sobre las trampas de la vida. Y aquellas otras veces en que mamá, con su piedra bamboleando el bolsillo de su delantal, me enseñaba a ser yo y a defenderme de los demás. Luego llegaba papá, cambiaba la piedra de la chaqueta de pana al pantalón, y me arengaba como si yo fuera un joven soldado ante la inminente batalla.
Ahora comprendo que los decepcioné a todos, pues por más que lo intenté, no pude soportar el peso de la piedra entre mis ropas, y no tuve más remedio que entregarme a los brazos abiertos del enemigo. 

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