“Sobre el horizonte jamás se ponía el sol,
llevaba años y años sin aparecer con sus rayos afilados y relucientes. El ogro
del Fracaso lo tenía atemorizado. Le había dicho que se lo comería como a una
torta de pan si se atrevía a traspasar aquella línea divisoria. Así que el
pobre sol no podía hacer otra cosa que esconderse tras las tinieblas.
Un cierto día apareció por aquel lugar el Creador. El ogro quedó abrumado ante
tal omnipotencia, y se retiró lejos, despavorido ante tan extraña e ingeniosa
criatura. Durante días se ocultó temeroso en una oscura cueva de las montañas, ocasión
en la que el sol, después de tanto tiempo, se atrevió a expandir sus rayos
retozones. Días más tarde, el ogro quiso saber si ya había desaparecido aquel
ser grandioso, y sacó la grotesca cabeza de su escondrijo. En aquel momento un
rayo de sol le dio en la cara. Y entonces.…, entonces el ogro se quedó ciego.”
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