"Y cuando Dédalo, con toda su sabiduría e inteligencia, ufano de su gloriosa ciencia,
vio bajar el sol, descubrió su sombra, negra, aciaga, creciente, voluptuosa, y
entonces entendió que él también estaba allí."

Índice


miércoles, 28 de marzo de 2012

EL TRAJE AZUL

José Antonio Nisa
Jamás nadie que lo conociera podría haber imaginado que aquel traje azul tuviera tal poder de seducción para la seriedad. De pronto se había visto en aquel lugar extraño, suntuoso y ordenado, agasajado por todos con una seriedad incómoda. Parecía además como si el mismo traje hubiera purificado las pecaminosas pasiones que habían inundado su juventud. Y si los primeros días algunos impulsos voluptuosos, rezagados del cortejo de placer y desenfreno recién pasado, le latían con dureza en el corazón, pasadas dos semanas el traje ya había hecho todo su efecto. Si su madre lo hubiera visto no habría reconocido ningún vestigio del díscolo hijo que había sido.
Por su parte, la bella joven, soñadora impenitente, para siempre dejaría de pasear alrededor del estanque para evaporar sus anhelos junto al sonoro latido de la naturaleza. Al fin y al cabo, toda culpa es efímera ante el olvido, y aunque a partir de aquel momento cambiaría las lágrimas del desconsuelo por las del desengaño, también olvidaría con el paso de los días que fue ella misma quien, con sus deseos y sus besos, rompió el hechizo, cambió la naturaleza de aquel batracio y lo convirtió en príncipe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Vistas de página en total