"Y cuando Dédalo, con toda su sabiduría e inteligencia, ufano de su gloriosa ciencia,
vio bajar el sol, descubrió su sombra, negra, aciaga, creciente, voluptuosa, y
entonces entendió que él también estaba allí."

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domingo, 1 de abril de 2012

LA BAILARINA


El licor se había derramado por sus labios y caía sobre su pecho, gota a gota, deliberadamente. Ellos la miraban atolondrados. Su busto solemne, su pecho apasionado, sus ojos lacrimosos, su piel melosa, sus piernas perfiladas. Entonces ella se acercó a uno de ellos y le susurró al oído un placer de palabras.
"¿Bailas?"
"No se bailar"
"No importa. Yo te llevo"
Y la música comenzó a sonar, como en un sueño.

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