"Y cuando Dédalo, con toda su sabiduría e inteligencia, ufano de su gloriosa ciencia,
vio bajar el sol, descubrió su sombra, negra, aciaga, creciente, voluptuosa, y
entonces entendió que él también estaba allí."

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jueves, 21 de junio de 2012

PALABRAS


Las miradas y los silencios son más directos y, en consecuencia, más rápidos que las palabras. Las palabras vienen después, tratando de entrelazarse en el aire, jugueteando, rozándose, intentando disimular ante los pájaros que ya hace tiempo lo han captado todo. Las miradas se abren paso a través del tumulto. Las palabras necesitan el silencio para progresar. ¡Qué lastre son las palabras! Cuando no crean artificios para perpetuar una confortable conducta humana, se combinan entre sí para embaucar a los instintos. Si supiéramos encontrar tan sólo una palabra que nos fuera fiel, que reflejara como un espejo las sutilezas del sentimiento, quizá seríamos capaces de pronunciarla, y quizá también sería la palabra de nuestra perdición. Qué sabios son los dioses al guardarnos de hallarla. ¿Será lo mejor para nosotros? Al final nos conformamos con esas de siempre: amor, pasión, deseo, abismo, amigos, respeto, fidelidad, generosidad, y muchas otras igualmente perezosas.

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