"Y cuando Dédalo, con toda su sabiduría e inteligencia, ufano de su gloriosa ciencia,
vio bajar el sol, descubrió su sombra, negra, aciaga, creciente, voluptuosa, y
entonces entendió que él también estaba allí."

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domingo, 14 de diciembre de 2014

ENTRE LAS SOMBRAS

La ciudad es enorme; los edificios son de paredes duras e irrompibles; los hombres caminan rápido cerca de los vehículos, incautos; las tiendas abren y cierran sus bocas hambrientas a los viandantes. Desde aquel promontorio todo se ve pequeñito, y lejano. Ella aún está envuelta en jirones, como el mundo la fijó en su retina, y sus lágrimas ya son perlas en su rostro escuálido. A veces recuerda a los hombres de ojos fríos que en el frío la contemplaban, y su voz adquiere una vibración extraña. Entonces una sombra extraña la rodea y la abraza, para que continúe olvidando, y sienta la felicidad que se eleva en la desmemoria. Pero entonces el sol termina su trayecto en el cielo y retazos de nubes desgajadas se encienden, y ella señala el día en que un cielo como aquel fue testigo de sus manos lívidas, de sus pies bajo la nieve, de su aliento envenenando el aire, y entonces ella se libra de aquellos brazos oscuros y se dirige enfurecida hacia el precipicio, para tomar una piedra y lanzarla contra el orden y el tiempo devastado. Luego vuelve a su lugar, cierra los ojos y se duerme de nuevo. 

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