"Y cuando Dédalo, con toda su sabiduría e inteligencia, ufano de su gloriosa ciencia,
vio bajar el sol, descubrió su sombra, negra, aciaga, creciente, voluptuosa, y
entonces entendió que él también estaba allí."

Índice


martes, 5 de marzo de 2013

EL LUNÁTICO



En aquellos días de verano, su locura adquiría una forma muy especial: recorría la orilla del mar declamando versos de sus poetas favoritos, exclamando frases grandilocuentes de filósofos o de grandes héroes de la humanidad, y sufría al saberse expuesto a la extrañeza de los hombres que con cómoda distracción lo contemplaban. Entonces, completamente enajenado alquilaba una de esas barcas de a 20 euros la hora y se adentraba con ella en el mar. Para él, nadar era lo más parecido a la ingravidez de la luna, y el silencio en el fondo del agua, y las ondas de la superficie que se reflejaban en el fondo del mar, todo era lunático. Y se lanzaba al agua cristalina y nadaba como si en la luna se encontrara, y allí en medio del mar también declamaba y lanzaba frases grandilocuentes. A veces salía a la superficie y tomaba de ese aire contaminado de los hombres y con toda la pasión de su locura volvía a sumergirse en el agua y bajaba hasta tocar el suelo con sus pies desnudos, momento en el cual, casi siempre sonaba el runrún de un motor que atravesaba sus oídos como una estela sonora acercándose cada vez más a su barcaza, hasta frenar y colocarse justo encima de su cabeza. Entonces un buzo se lanzaba y en un baile esotérico lo tomaba de la mano y lo elevaba a la superficie, presa de un miedo incierto. Y sin decir nada, volvían a la orilla en la lancha motora, ahora sí, para encontrar un tumulto alrededor del punto usual de partida, esperando noticias suyas, fatídicas o felices, y él quedaba expuesto de nuevo a la extrañeza de aquellos hombres y mujeres y niños que aplaudían a la lancha de rescate, exponiendo un entusiasmo vacío y sin sentido, por haberle salvado de la ingravidez a la que se acercaba allí en el fondo marino, expuesto a la extrañeza de los peces, y devolverlo a su habitual locura.  

2 comentarios:

  1. Por el rabillo del ojo me pareció ver el título en el resumen de la derecha y cual no sería mi sorpresa de encontrarme con este micro bellísimo. La versión masculina del influjo de la Luna es impecable. Un abrazo, José

    ResponderEliminar
  2. Muy buen micro. Me ha gustado mucho.
    Saludos.

    ResponderEliminar

Vistas de página en total